Era el verano del año 1991, yo tenía entonces 13 años, me comentaron que había unas carreras de iniciación al ciclismo (deporte que siempre me había apasionado) organizadas por el Club Ciclista Betanzos. Decidí competir (eso sí, animada por el actual Presi de nuestro Club), no recuerdo en que puesto quedé, lo que sí recuerdo es que lo pasé genial en aquellas carreras.
Me comentaron si quería apuntarme al Club, pregunté si había chicas, me dijeron que en aquel momento había dos compitiendo y alguna que iba esporádicamente, decidí aceptar y anotarme.
No obstante mi primer pensamiento fue el de pensar que sólo iba a durar un año en este deporte porque anteriormente había practicado natación, bádminton, patinaje, baloncesto… y era lo que duraba en ellos. Pero no fue así, el ciclismo me enganchó, o tanto como el ciclismo, el buen ambiente que había en el Club Ciclista Betanzos.
En el invierno el ciclismo no se acababa en los entrenamientos de lunes a viernes en el gimnasio, sino que iba más allá. Los sábados íbamos en bici a la playa de Miño, en función de tu edad, al principio te tocaba que te empujasen para llegar hasta allí y años después eras tú quien tenías que empujar a los más peques que iban llegando. ¿Os acordáis? Allí nos dedicábamos a hacer largos corriendo por la playa y alguna que otra vez zambullirnos en el agua y eso sí, al final antes de volver para Betanzos, echar esa pachanguita de fútbol en la playa. Los domingos al monte (Valle Xestoso) a correr, jugar al fútbol y aprender a ser mejores personas gracias a nuestros entrenadores, ellos ya saben de quienes hablo, que se desvivían, no sólo enseñarnos deporte, sino también valores humanos. Y esto no acababa aquí porque todos estos niñ@s-chic@s que entrenábamos juntos a diario, los domingos por la tarde nos juntábamos y seguíamos disfrutando de la compañía mutua, sobre todo en las escaleras de la Plaza García Hermanos.
Entonces llegaba la primavera y empezaban las carreras, gracias a ellas conocimos parte de la geografía gallega y española. No íbamos sólo a correr, sino también a disfrutar del ambiente, daba igual que ganases, quedases por el medio o fueras el farolillo rojo (este último mejor que no te tocase, porque el que fuese algo de vacile sí que había), de todos formas lo pasábamos de maravilla. “Hasta un año nos dieron un trofeo en Viveiro, al club más numeroso de Galicia”. Podría estar así horas y horas contando anécdotas y ya no os digo nada si nos juntamos dos o tres compañeros que competimos juntos… pobre del que esté a nuestro lado y no sea ciclista.
Eso es lo que intenta de nuevo el Club Ciclista Betanzos, que volvamos a ser una gran familia, como éramos entonces. Que nuestros hijos y nosotros disfrutemos del deporte y del buen ambiente como disfrutamos hace más de veinte años.
El ciclismo es más que un deporte, es una forma de vida, es una de las mejores maneras de conocer gente estupenda. Todos los que competís, los que competisteis alguna vez o cualquier persona aficionada a este deporte, ya sabéis lo que engancha. Y los que todavía no estáis enganchados, animaros a probarlo y a disfrutar con este grupo de gente que decidimos de nuevo juntarnos para revivir este Club y practicar el deporte que más nos gusta y tantas alegrías nos da.
Por Silvia Roel Tasende.