En primer lugar me gustaría agradecer a toda la Junta Directiva del Club Ciclista Betanzos por la confianza que depositaron en mí para ocupar el puesto de Director Deportivo y como no en dejarme escribir una palabras.
Para mí sería más fácil escribir unas líneas sobre la preparación física de un ciclista, hablar de cadencia de pedaleo, de vatios de potencia, de umbrales, de entrenamientos en altura, etc. También podría escribir mil anécdotas que han quedado en mi retina durante la década en la que forme parte del Club, que fue para mí como mi segunda familia, o de lo que ha sido para mí cumplir el sueño de mi vida, formar parte de un equipo profesional y poder competir contra mis ídolos, como eran Alejandro Valverde, Joaquín Rodríguez o Paolo Bettini. Pero después de mucho pensar, he decidido escarbar un poco en mi interior y agradecer tanto al Club Ciclista como a esas personas que me han inculcado ciertos valores, que han hecho que sea la persona de hoy en día y que siempre los he puesto en práctica, tanto en el deporte como en mi vida cotidiana.
Fue en el año 1993 cuando un niño de nueve años se apunto al Club Ciclista Betanzos, porque su “juguete” preferido era una bicicleta y por entonces estaba de entrenador José (Ventosa). Él me enseño mucho, como son la cooperación entre los compañeros y amigos, el respetarnos mutuamente y a ser solidarios. José también me inculcó la vida sana, aunque por aquel entonces, como a todos los niños de esa edad no entendía que las chucherías fueran malas para nuestro cuerpo.
Pero lo que nunca me olvidaré fue que me enseñó que un gran campeón tiene que saber ganar con humildad. Fue cuando tenía 10 años de edad en una carrera de benjamines que se desarrollo en mi pueblo natal, en la pista de ciclismo, que no me bastó con ganar la carrera y levantar los brazos, sino que me fui de “chulito” y los más pequeños perdieron una vuelta y quedaron eliminados. Este detalle sirvió para que José me castigara sin ir a correr la siguiente carrera. Por aquel entonces no entendía porque me había castigado, pero a día de hoy valoro mucho todo lo que ha hecho por mí y por eso le doy las gracias.
Otra persona que le guardo un gran cariño aunque ha estado poco tiempo conmigo de entrenador es Jorge Garrido. Él me ha enseñado muchísimas cosas, pero sobre todo a disfrutar de la vida y de cada momento como si fuera el último. Jorge fue el que me “bautizó” con el nombre de ‘Johnny’ y él nos enseñó que cada uno tenemos nuestra propia personalidad.
Otra persona que dejo huella en lo que soy en la actualidad es Emilio Lousa
‘Milito’. Él me enseñó que para conseguir los objetivos que te propones en la vida hay que esforzarse mucho y hay que ser disciplinado y tener constancia. Sus clases en el
gimnasio eran, a la de vez de duras, muy divertidas. Aunque por aquel entonces solamente quería andar en bicicleta, no entendía que para ser ciclista había que hacer tantas cosas
en el gimnasio y no valoraba que todo aquel trabajo que hacíamos en la pretemporada, daban sus frutos en las carreras en verano.
Pero a la persona que más cariño y admiración le tengo es a Agustín Ares (Tino), ya que él ha sido la persona que más me ha enseñado en mi vida, tanto para la vida cotidiana como a nivel deportivo y ha estado a mi lado tanto en los buenos momentos como en los malos. Lo primero que aprendí de Tino es que muchas veces en la vida hay
que tener paciencia y dejar pasar el tiempo, ya que él confiaba más en mí que yo mismo y sabia que tarde o temprano, cuando mi cuerpo se desarrollara y las fuerzas se igualaran a las de mis contrincantes, podría sacar todo lo que llevaba dentro y así fue…
Otro valor que se atribuye a esta época es la valentía, porque gracias a sus consejos pase de ser un ciclista conservador a ser un ciclista atacador, de los que están siempre en
las escapadas. Este hecho valió para que un director de un equipo profesional se fijara en mí. Por aquel tiempo, si había una cosa que odiara eran las críticas, pero Tino me enseñó a que las críticas tienen que ser constructivas y no destructivas.
Por último, no me gustaría olvidarme de todos los compañeros y amigos que
pasaron por el club, porque cada uno de ellos ha puesto su granito de arena para que los años que estuvimos juntos fueran los mejores de mi vida y que siempre me acordaré de
cada uno de ellos.
Gracias a todos.
Juan Francisco Mourón Doldán, ex-ciclista profesional Director Deportivo de Ciclismo Nivel III.